Ana Municio
Directora de innovación educativa de Escuela21, experta en inteligencia artificial (IA) e inclusión educativa y coautora de la guía “Los algoritmos a examen ¿Por qué IA en educación?”
Reflexionamos sobre cómo poner la inteligencia artificial al servicio de la inclusión, siempre desde un enfoque pedagógico y ético. En opinión de Municio, aunque parezca paradójico, la IA puede traer más humanidad a las aulas. Al liberar al profesorado de tareas burocráticas, permite dedicar más tiempo a la atención personalizada y al trabajo colaborativo y práctico.
¿Podemos afirmar que la IA está marcando una revolución en el ámbito educativo?
La IA ya estaba en nuestra vida, pero el boom ha surgido con la IA generativa. Esta novedad parecía que lo iba a cambiar todo, pero, aunque avanza muy rápido en su desarrollo, no lo hace tanto en su integración. Se trata de un ámbito sensible y tenemos que mirarla desde el cuidado de las personas, el beneficio que aporta y el respeto a su dignidad.
Sí hay una revolución, pero va más lenta que en otros entornos. Hay mucha reticencia por parte del profesorado, porque saben que el alumnado la está usando de manera no guiada y esto puede generar pereza intelectual. Sin embargo, no debemos obviarla. El profesorado tiene que conocer la IA, sí o sí, y tener en cuenta el componente ético de su uso para poder acompañar al alumnado. La IA tiene riesgos y muchas ventajas; en el caso de la inclusión, abre un campo de apoyos tanto al profesorado como al alumnado. Nosotros tenemos que cuidar los riesgos, pero no podemos dejar de usarla por el hecho de que existan.
¿Cuáles son los aspectos fundamentales que el profesorado debe tener en cuenta a la hora de integrar la IA en el aula?
Un aspecto fundamental es tener formación: ninguna herramienta sirve sin la formación adecuada para aplicarla. Debemos saber cómo utilizarla para transformar nuestra pedagogía y nuestra forma de estar en el aula. Es necesario tener competencias digitales y aprender cómo funciona la IA, para qué sirve, en qué puede ayudarnos… Todo ello sin olvidar el componente pedagógico; se trata de utilizarla con un fin educativo. Por lo tanto, hay que elegir las herramientas en función de los fines que tú tienes, y no al revés.
Además, en el mundo educativo es imprescindible tener muy presentes aspectos como la privacidad, la protección de datos y la dignidad de todas las personas. Hay que elegir las herramientas desde esta parte ética. Debemos saber que están en manos de grandes empresas, y que no tienen fines humanos, sino económicos. Por tanto, debemos tener claro qué datos podemos incluir o si esos datos pueden o no compartirse. Todo lo que se incluya debe ser anónimo. No somos suficientemente conscientes de esta parte porque llevamos muchos años regalando información personal como pago por usar estas herramientas gratuitas, pero estamos dejando una huella digital.
Otro elemento importante es informar a las familias y al alumnado. Si usamos estas herramientas, deben saberlo. Y siempre debe haber una revisión crítica de lo que la IA nos ofrezca, no debemos quedarnos nunca con la primera respuesta que da.
La Unión Europea ha elaborado un mapa de riesgos de la IA, y la evaluación educativa se sitúa en un nivel alto. No podemos usarla para tomar decisiones que produzcan efectos en la vida de las personas. Es decir, no es lo mismo utilizarla para dar feedback formativo a una redacción que para decidir quién promociona o quién no. Este último uso estará prohibido por la legislación europea que se pondrá en marcha en 2026. Siempre debe ser la persona quien tome las decisiones, nunca la tecnología.
¿De qué manera contribuye la IA a potenciar el enfoque del Diseño Universal para el Aprendizaje (DUA)?
En las formaciones siempre empiezo explicando qué es la inclusión, porque en muchos centros todavía se trabaja desde el paradigma de la integración, y qué significa el DUA. La IA ofrece apoyos importantes al profesorado en el logro de la inclusión. Uno esencial es que facilita al profesorado elaborar diseños curriculares más flexibles, aptos para cualquier persona: ofrece múltiples opciones y todas pueden encontrar su manera de aprender. Crear un currículo flexible no es fácil, rompe nuestros esquemas de programación, pero la IA es un gran asistente. Un ejemplo es Ludia, una herramienta a la que puedes indicar qué actividad quieres realizar y qué perfiles de alumnado tienes en el aula, y que coteja automáticamente esa información con los principios del DUA. Estas tecnologías ahorran tiempo de programación y más docentes se animan.
La IA también es muy útil para adaptar materiales y hacer más accesible el lenguaje. Para esto tenemos algunas herramientas que traen integrada la IA y que pueden leer textos, seleccionar ideas clave, generar explicaciones… Esta adaptabilidad es fundamental para tener multiniveles de comprensión. Herramientas como Canva o Genially nos permiten crear materiales accesibles, entornos multimodales y diferentes formas de presentar la información para facilitar el aprendizaje.
Otra gran promesa de la IA es la personalización del aprendizaje, con plataformas que permiten que cada alumno encuentre materiales distintos según su nivel. Ahora mismo esto es una promesa, ya que la mayoría están enfocadas a la individualización, que es algo diferente. La personalización implica que el propio alumnado tenga la posibilidad de elegir cómo quiere aprender, dentro de una variedad de opciones.
Finalmente, la IA es un gran asistente para la evaluación formativa: ayuda a ese feedback rápido al alumnado para que pueda avanzar en su propio trabajo. Por ejemplo, puede introducirse un texto en ChatGPT y pedirle tres ideas clave para mejorarlo. Esa información en tiempo real es uno de los grandes componentes de la mejora educativa.
Todo esto encaja con los principios básicos del DUA.
¿Qué herramientas basadas en IA considera más útiles para aplicar los principios del DUA?
Para el profesorado destacaría herramientas como ChatGPT o Gemini. Es importante tener en cuenta que la legislación impone restricciones de edad para su uso. Por ejemplo, ChatGPT a menores de 18 años y Gemini a partir de los 13. Con el alumnado debe trabajarse para desarrollar capacidades que les permitan usarla bien en el futuro.
Además, destacaría NotebookLM de Google, que permite cargar fuentes fiables (PDF, vídeos, artículos…) y generar nuevos contenidos: guías didácticas, mapas conceptuales, pódcast… También NAPKIN, que permite convertir textos en imágenes, esquemas o infografías.
Como asistente para el alumnado, existen muchas herramientas relacionadas con la accesibilidad: apoyo para la revisión ortográfica y gramatical, lectura de textos, conversión de textos complejos a otros más fáciles, traducción de textos a otros idiomas… Muchas de estas herramientas pueden instalarse como extensiones en el navegador del alumnado y funcionan automáticamente para hacer que el contenido sea accesible en tiempo real. Estos apoyos no son solo para quienes tienen dificultades, sino para todo el alumnado.
¿Cuáles son las competencias más importantes que deben desarrollarse en los estudiantes y en el profesorado?
Sobre todo, pensamiento crítico. Las personas tendemos a confiar en la tecnología de manera natural, como si toda fuera buena. Pero ni es buena ni neutra. La necesaria precaución solo puede venir del pensamiento crítico. Por otra parte, debemos saber que la IA nos facilita la vida, pero limita nuestra capacidad de elección, porque crea unos campos de decisiones. Te enseña solo lo que te suele gustar y esto hace que pierdas otro montón de opciones.
Los docentes tenemos que aprender cómo funciona la IA para poder acompañar al alumnado y desarrollar su pensamiento crítico, creativo y colaborativo. Ahora mismo existe poco material para que el alumnado aprenda sobre IA. Es un campo a desarrollar.
¿Qué necesita el profesorado para integrar la IA en el aula?
Primero, tener claro para qué usarla, conocer las diferentes herramientas y seleccionar las adecuadas. Para esto hace falta formación pedagógica en competencia digital. Tenemos que entender cómo esta tecnología puede cambiar la manera en la que hacemos que aprendan. La tecnología tiene sentido si cambia la manera de actuar dentro del aula y la forma de aprender.
A su vez, es más fácil afrontar este reto cuando las decisiones no son únicamente del profesorado, sino colegiadas. El centro debe elaborar un protocolo de uso de la IA y crear una comisión que estudie cómo usarla: cuándo puede usarla el alumnado, cómo puede contribuir a la inclusión, cómo puede ayudar a generar diseños curriculares, qué preocupa a las familias, cómo les vamos a informar… De hecho, la Unión Europea tiene un documento que ofrece preguntas a los centros educativos que se plantean implementarla.
¿Cómo visualiza la escuela del futuro?
Me imagino una escuela más flexible y, por lo tanto, más inclusiva. La escuela tradicional es más rígida: hay solo una manera de aprender y una sola manera de demostrar lo aprendido. Sin embargo, la IA nos ofrece muchas posibilidades de diseñar y de que el alumnado pueda expresar lo que ha aprendido. Por otro lado, la imagino más humana. Curiosamente, creo que la IA nos va a traer más humanidad, porque nos va a quitar mucho tiempo de burocracia y nos va a permitir dedicar más tiempo a la atención al alumnado y a que las clases sean más prácticas y más centradas en el trabajo colaborativo. La tecnología tiene sentido siempre que nos ayude a ser más humanos.
Referencias de interés:
Guía para docentes IA y educación (descarga libre y gratuita)
Nuevo marco de competencias para estudiantes en materia de IA creado por la UE
Nuevo marco de competencias para dicentes en materia de IA creado por la UE


