Skip links

«El debate ya no está en ´incluir, sí o no´, sino en cómo incluir de la manera más eficiente”

En esta entrevista,
Antonio Amor relaciona la inclusión educativa
con el modelo de calidad de vida de Schalock y Verdugo
Este Modelo de Calidad de Vida incluye 8 áreas,
entre ellas, el bienestar físico y emocional,
autodeterminación, la inclusión social y los derechos.

Antonio trabaja en el diseño de una herramienta
para evaluar al alumnado de primaria
en las 8 áreas de calidad de vida.
Tener esta información es importante,
porque así la escuela puede ofrecer los apoyos adecuados
a cada estudiante.

Para trabajar con el modelo de calidad de vida,
el profesorado necesita formación en 3 temas:
1. Entender que la educación inclusiva es un derecho.
2. Conocer el Modelo de Calidad de Vida.
3. Entender que los apoyos,
son necesarios para que cada alumno
pueda aprender y desarrollarse.

Antonio dice que hay que incluir al alumnado,
y que el modelo de calidad de vida ayuda a conseguirlo.

Antonio Manuel Amor González

Doctor en Piscología por la Universidad de Salamanca e investigador del Instituto Universitario de Integración en la Comunidad (INICO). Actualmente está inmerso en el desarrollo de la herramienta “Índice de Calidad de Vida para la Educación Primaria”, que busca avanzar en la inclusión del alumnado con discapacidad. Recientemente ha sido  premiado por la Asociación Americana sobre Discapacidades Intelectuales y del Desarrollo con el prestigioso premio “Early Career Award 2025”.

En esta entrevista, Antonio Amor ofrece una reflexión profunda y fundamentada sobre la valiosa aportación del modelo de calidad de vida de Schalock y Verdugo a la inclusión educativa. Sostiene que el debate ya no gira en torno a si se debe incluir o no, sino en cómo hacerlo de la forma más eficiente posible, un reto al que —según explica— da respuesta el enfoque de calidad de vida.

 ¿Cómo se relaciona el modelo de calidad de vida con la educación inclusiva?

Es importante resaltar la importancia que tiene la relación entre educación inclusiva y calidad de vida, así como la relación entre calidad de vida y educación inclusiva. Se ha puesto mucho el foco en la primera, y hay mucha evidencia de que el alumnado con discapacidades intelectuales y del desarrollo cuando vive una experiencia exitosa de inclusión tiene una mejor calidad de vida. Sin embargo, nosotros hemos cambiado la pregunta: ¿qué aporta una visión de calidad de vida para mejorar la educación inclusiva?

Hablamos del Modelo de Calidad de Vida de Schalock y Verdugo (2002), que recoge ocho dimensiones: bienestar físico, bienestar emocional, relaciones interpersonales, bienestar material, desarrollo personal, autodeterminación, inclusión social y derechos. La aportación de este modelo a la educación se da en dos niveles: de valores y de visión práctica y real.

¿Puede profundizar en esta idea?

En relación a valores, señalar que el Modelo de Calidad de Vida incluyó la dimensión de derechos, como un pilar esencial en la vida de las personas, antes que la Convención de la ONU sobre los derechos de las personas con discapacidad. La Convención es el primer documento que reconoce sin ambages el derecho a una educación inclusiva de calidad: aquella que promueve en todos los estudiantes el acceso, la participación, el aprendizaje y el máximo desarrollo posible. Esto último es algo que en muchas veces se olvida en el ámbito educativo. Se cree que educar es solo el acceso, participación y aprendizaje curricular, pero también hablamos de talentos, personalidad, creatividad, bienestar… Todo esto también es objetivo de la educación inclusiva, y es donde el Modelo de Calidad de Vida contribuye de manera clave, ya que tiene en cuenta el máximo desarrollo a través de una visión global del alumno, situándolo en el centro del proceso educativo.

Por otra parte, la visión de los valores está muy bien, pero es necesario traducirlos en propuestas de trabajo que fomenten la inclusión real, y esto hace este Modelo. En los estudios hemos visto que los indicadores de las ocho dimensiones son sensibles a los derechos que se recogen en la Convención. Por ejemplo: La meta de participación del derecho a la educación inclusiva de la Convención, se alinea con las dimensiones de inclusión social y relaciones interpersonales.

En consecuencia, evaluamos la calidad de vida como punto de partida para identificar aquellas dimensiones en las que nuestro alumnado tiene una menor cobertura de necesidades y aspiraciones. Esto nos da pistas para saber en qué trabajar para mejorar. Y dado que el Modelo de Calidad de Vida se centra en medir resultados personales, no solo nos sirve para diseñar intervenciones, sino que luego evaluamos el impacto de los apoyos en la mejora de esas dimensiones. Pensamos siempre en la relación de éstas con la educación inclusiva; esta es la lógica: si mejoramos las relaciones interpersonales y la inclusión social en el contexto educativo, estaremos avanzando en la participación escolar. Lo mismo cabe aplicar para los objetivos de acceso, aprendizaje y máximo desarrollo posible.

Actualmente trabaja en el desarrollo de una herramienta de evaluación de la calidad de vida para incluir al alumnado con discapacidad, ¿qué aspectos incluye esta herramienta y qué aporta a la inclusión?

Esta herramienta es lo que necesitamos para pasar de los valores a las acciones. Buscamos medir resultados relacionados con la calidad de vida para movilizar apoyos, y luego evaluar su impacto en las dimensiones del Modelo. La herramienta que estamos desarrollando se llama “Índice de Calidad de Vida para la Educación Primaria”. Recoge una serie de ítems diseñados para medir la calidad de vida en cada una de las dimensiones. Algunos ítems se centran en el alumnado, mientras que otros se enfocan a las oportunidades que el centro y comunidad educativa ofrecen al alumnado, ya que la calidad de vida se entiende considerando a cada estudiante en relación con su contexto.

Estamos construyendo esta herramienta porque no existía ninguna que evaluara, considerando las ocho dimensiones, la calidad de vida para apoyar inclusión en contextos educativos ordinarios. Hasta ahora, solo hay escalas disponibles en entornos de educación especial. Esta herramienta busca apoyar la inclusión en entornos ordinarios, esta es su novedad.

 ¿Quién y cómo se aplica esta herramienta?

Se aplica en formato entrevista, a uno o dos informantes que conozcan bien al alumno. Generalmente, suele ser un orientador o un miembro del INICO quien entrevista a un profesional de la educación, a un familiar o a ambos. El informante debe cumplir dos criterios: conocer al alumno evaluado al menos desde hace tres meses, y haber tenido la oportunidad reciente de observar cómo se relaciona con el medio. Se tarda en aplicar unos 45 minutos.

Aquellas personas que colaboran con nosotros están recibiendo informes de devolución con orientaciones de intervención para la mejora de la inclusión educativa. Además, la comunidad educativa, familiares y entidades del tercer sector van a poder contar con los resultados de esta herramienta para mejorar en educación inclusiva.

¿Qué retos encuentra el sistema educativo actual para integrar plenamente este enfoque de calidad de vida?

En primer lugar, falta formación en el modelo de calidad de vida y, sobre todo, las culturas de los centros educativos no son permeables a este enfoque. En los centros ordinarios se sigue considerando que esto es algo propio de la educación especial, porque prima la visión de que la educación inclusiva es la que promueve la calidad de vida. Nadie se cuestiona en qué puede contribuir la calidad de vida a promover la inclusión educativa.

La segunda razón es el concepto que se acuñó en 1978 y que seguimos utilizando hoy: “Necesidades Educativas Especiales”. De entrada, las necesidades ni son especiales ni son solamente educativas. La LOMLOE define que un alumno con NEE es aquel que afronta barreras que limitan su acceso, presencia, participación y aprendizaje, derivadas de la discapacidad —en este caso que nos ocupa—.  Nosotros hablamos de necesidades de apoyo que tiene el alumnado con discapacidad intelectual, que son más intensas, duraderas y frecuentes que las de un alumno con un funcionamiento típico. Por tanto, no son “especiales”, son extraordinarias. Tampoco son únicamente educativas, porque la educación no se reduce a instruir, sino que es lograr el mayor grado de desarrollo posible.

Puede haber necesidades extraordinarias de apoyo para moverte por la comunidad, utilizar el transporte público, etc., y la educación, en colaboración con las familias, también debe contribuir para lograr la plena inclusión.

Por otro lado, las necesidades de apoyo no tienen que ver únicamente con experimentar barreras en el entorno o derivadas de la discapacidad en sí. Las necesidades de apoyo surgen de cómo el alumno, con su particularidad, interacciona con su ambiente. Es una visión global. Y la calidad de vida contribuye, ya que se centra en conocer necesidades y aspiraciones del alumnado en las distintas dimensiones de la calidad de vida, siempre considerando al alumno en su contexto.

Una tercera gran barrera es que la Convención habla de sistemas educativos inclusivos. Estamos haciendo bien la transformación de los centros específicos, pero no estamos actuando en descongelar las tendencias y dinámicas de los centros ordinarios. El centro ordinario debe ser más permeable a la comunidad, a las entidades del Tercer Sector y a profesionales que tienen experiencia en centros de educación especial, y tiene que ofrecerse como un recurso más dentro en la comunidad. Todo ello para que el alumnado con discapacidad salga, haga cosas en la comunidad, participe en proyectos, contribuya y aprenda teniendo un rol social valorado. Hay que abrir las escuelas a la comunidad, y la calidad de vida puede ayudar en todas estas cuestiones.

Desde su experiencia, ¿cómo se puede fomentar la participación activa del alumnado con discapacidad?

Fomentar su participación requiere un trabajo sistémico que involucre al propio alumno con discapacidad, pero también exige trabajo con los equipos docentes, familiares del alumno, compañeros, el resto de la comunidad educativa y entidades del tercer sector.

Llevamos dos años trabajando con la Unidad Especializada de Orientación en el ámbito de altas capacidades intelectuales y discapacidad intelectual de Xàtiva, en la Comunidad Valenciana. Estamos enseñando a los colegios ordinarios cómo mejorar la participación de su alumnado y cómo mejorar en cada dimensión de la calidad de vida, desde el centro e involucrando al mayor número posible de miembros de la comunidad educativa.

Por ejemplo, en las relaciones interpersonales podemos utilizar metodologías activas como el aprendizaje cooperativo, el aprendizaje basado en proyectos o los grupos interactivos. Esto no solo es una metodología didáctica, también tiene su utilidad para mejorar la calidad de vida. También podemos mejorar las relaciones en los centros educativos creando tutores afectivos, estrategias como el apadrinamiento lector o el “círculo de amigos”. Además, podemos formar al alumnado con funcionamiento típico en que se familiaricen con los SAAC de compañeros con discapacidad. Esto no solo mejora la participación, también fomenta la empatía y convierte a los compañeros en agentes de inclusión en el futuro.

Asimismo, es importante incorporar a las familias en la dinámica y vida del centro: celebrar el Día de la Familia (en sentido amplio), y proponer que abandonen la sobreprotección que puedan tener en momentos dados con sus hijos con discapacidad, animándolas a participar en eventos culturales, cumpleaños, actividades extraescolares, etc.

Estamos elaborando una guía, dirigida a los centros, en la que recogemos todas estas cuestiones para cada dimensión del modelo de calidad de vida. El punto de partida es siempre conocer el modelo de calidad de vida para identificar qué requiere nuestro alumnado y orientar esto a las metas de la educación inclusiva.

¿Qué aspectos considera fundamentales en la formación de futuros orientadores/as o docentes para que puedan aplicar este enfoque centrado en la calidad de vida?

Primero deben comprender que la educación inclusiva no es un enfoque pedagógico, sino un derecho, recogido en la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad y en el ordenamiento jurídico.

Después, es necesario formar a los y las profesionales en enfoques que les ayuden en su tarea de incluir. No meterles miedo, sino presentarles estas perspectivas como herramientas útiles y prácticas que les van a ayudar en su trabajo. El debate ya no está en “incluir, sí o no”, sino en cómo incluir de la manera más eficiente posible. Para ello, deben formarse en tres cuestiones: el derecho a la educación inclusiva; el Modelo de Calidad de Vida; y el paradigma de apoyos. Deben entender al alumnado en relación con su medio, eso ayuda a quitarse esa concepción de las «necesidades educativas especiales».

 ¿Podemos afirmar que el DUA es una metodología alineada con el Modelo de Calidad de Vida? ¿Por qué?

Por supuesto que se alinea con este enfoque. Su valor aplicado está en que proporciona múltiples formas de representar la información y de expresar lo que se sabe y ofrece múltiples maneras de buscar el compromiso y motivación. Esto está claramente alineado con la individualidad y personalización de este Modelo, que resalta las aspiraciones y necesidades únicas de cada alumno, no solo del que tiene discapacidad.

La calidad de vida ayuda a determinar qué es importante para nuestro alumnado en el colegio, la comunidad y en su familia, y el DUA nos ayuda en el cómo hacer real lo que es importante para éste, desde un marco que diversifica proactivamente para que todos tengan cabida y un sentido.

Más información:

 Elaboración de un Índice de Calidad de Vida para Educación Primaria en contextos ordinarios (ICV-E

Artículos relacionados

Begoña Pedrosa, Consejera de Educación del Gobierno Vasco. En esta entrevista, la consejera de Educación repasa los distintos retos a los que se enfrenta el departamento. Entre ellos, destaca la importancia de sostener y ampliar una cultura de inclusión. En este sentido, subraya la necesidad de dotar al modelo de inclusión de herramientas, apoyos y estructuras que le permitan seguir

Juanjo Muñoz Ros. Responsable de Accesibilidad Cognitiva en Plena inclusión Región de Murcia. Ha coordinado la puesta en marcha de ‘Información Accesible’ el servicio de accesibilidad cognitiva pionero en esa comunidad y que ha trabajado en la señalización de entornos y la producción de materiales con numerosos ayuntamientos y entidades públicas y privadas.

Juana M. Hernández Rodríguez. Psicóloga y orientadora educativa, experta en acoso escolar. Autora de diferentes publicaciones, entre las que destaca “Acoso escolar y Trastorno del Espectro Autista. Guía de actuación para profesorado y familias”.

Suscríbete a
nuestro boletín

Ir al contenido