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“El profesorado debe tener empatía y entender que lo diferente suma”

Nagore Golikoetxea es profesora de Educación Primaria.
En esta entrevista explica que los padres y madres
necesitan tiempo para aceptar que su hijo o hija tiene discapacidad.
También dice que el profesorado debe tener empatía
y entender a las familias,
para poder acompañarlas mejor.

Para Nagore es importante formar al profesorado
porque ayuda a entender mejor al alumnado con discapacidad.
Además, piensa que es interesante que el profesorado participe
en proyectos de las asociaciones.

Piensa que la inclusión a veces es complicada,
pero es muy positiva para todo el alumnado.
Dice que las cosas han cambiado a mejor
y que ahora la escuela está más sensibilizada
con la discapacidad.

Para ella es muy importante una buena comunicación
entre el profesorado y las familias,
y tienen que trabajar juntos para avanzar.

Nagore Goikoetxea

Profesora de Educación Primaria

En esta entrevista abordamos, entre otras cuestiones, el papel del profesorado cuando detecta que un alumno o alumna podría tener una discapacidad, así como la importancia de la colaboración entre la familia y la escuela. La entrevistada pone el foco en un aspecto fundamental: la empatía del profesorado. Señala que, en muchos casos, no es que las familias se nieguen a ver que su hijo o hija tiene una discapacidad, sino que, sencillamente, no están preparadas para verlo o asumirlo. Insiste en que, cuando el profesorado logra comprender esta realidad y entiende que la diferencia suma, en lugar de restar, todo cambia.

En muchas ocasiones, es el profesorado quien detecta que un niño o una niña puede tener una discapacidad. En esos momentos iniciales, ¿qué papel juegan los y las profesionales de la educación?

El profesorado puede jugar un buen papel o un mal papel, depende de cada profesional. En este ámbito, para mí, la empatía es uno de los ejes fundamentales.

Soy coordinadora de un centro y, a veces, viene un profesor y me dice: «Es que este padre no lo ve», refiriéndose a que no es capaz de ver que su hijo o hija tiene una discapacidad. Muchas veces, los padres y madres no es que no quieran verlo, es que no pueden verlo, no son capaces de asumirlo, aunque lo sepan.  Y es fundamental que el profesional sea consciente de esto. Si lo entiende, todo cambia y el acompañamiento a esta familia será distinto. Te coloca en otra posición e intentas transmitirlo de otra forma.

El profesorado debe tener en cuenta que es un proceso largo. A lo mejor tienes la suerte de que los padres lo ven desde el principio, o tal vez tardan seis años en verlo. Pero ahí es donde tenemos que estar para acompañar, no solo para que lo vean, sino para que también puedan asumirlo.

Cuando me tocan estos casos, yo me “desnudo”, hablo a las familias desde mi experiencia personal, tengo una hermana con discapacidad, y así lo viven de otra forma. Yo les digo a las familias que cuesta asumirlo, pero que vamos a intentarlo. Hay que abordarlo desde esta perspectiva y que lo acepten poco a poco. También hay que trabajar con los hermanos y hermanas. Hay que hacer este acompañamiento y explicarles que su hermano o hermana es diferente, y que probablemente haya cosas que no aprenderá o que aprenderá de otra forma, que necesitará más tiempo.

Es cierto que en los centros también vamos buscando a los tutores que sabemos que van a dar más a estos niños y niñas con discapacidad, y eso está bien. Pero tenemos que lograr que todo el profesorado juegue del mismo lado.

¿Qué crees que necesita el profesorado para poder acompañar y apoyar a las familias que tienen un hijo/a con discapacidad?

Como he dicho, se trata de tener empatía y de una sensibilidad especial hacia que lo diferente suma, no nos resta. Es verdad que en las aulas hay algunos alumnos que son molestos, y se pueden levantar cinco veces. Pero hay que aprender a gestionar esto. También influye mucho la historia personal: las vivencias que has tenido te marcan. A mí, por ejemplo, mi hermana con discapacidad me ha marcado la vida y me ha enseñado mucho. Pero quien no ha tenido este bagaje, a veces encuentra complicado entender.

El profesorado tiene que dar tiempo a las familias, siempre que no perjudique al alumno. Hay veces que hay que esperar, pero otras hay que decir: “Hasta aquí hemos llegado”. Aunque la familia no lo vea, el niño puede tener una discapacidad o un TDAH y necesita medicación o unas pautas. No podemos arriesgarnos a perder un tiempo muy importante en esos primeros años en los que está demostrado que la estimulación temprana es esencial en la evolución del niño o niña.

 ¿El profesorado necesita más formación?

Muchos profesionales se pierden en este campo, necesitan formación en discapacidad. He pensado muchas veces: cómo hacer para que se encienda esa “empatía” en el profesorado, pero sinceramente, no lo sé. No tengo la varita mágica para saberlo.  Quizás habría que dar más formación en la universidad a futuros profesionales o tendrían que participar en proyectos de las asociaciones, porque no se trata solo de ver al alumno en el aula, sino más allá: comprender su realidad, su familia y su entorno.

La inclusión a veces es complicada, pero es muy positiva para todo el alumnado. Cuando tienen un compañero con discapacidad, aprenden cómo hay que hablarle, entienden que tiene algunas dificultades y aprenden a comportarse con empatía. También es verdad que eso tiene que transmitirlo el propio tutor o tutora del aula. Si se pone nerviosa y transmite esos nervios, no ayuda.

Pese a todo, las profesoras cada vez estamos más sensibilizadas. Veo mucha diferencia entre ahora y hace 20 años. Hemos evolucionado, además, ver más alumnado con discapacidad en las aulas nos está abriendo las mentes. Ahora tenemos asumido que en todas las aulas vamos a tener personas con discapacidad. Además, me parece fundamental entender que ese alumno es mío, no del orientador. El orientador hace el seguimiento, pero el alumno es mío. Soy su tutora y la que tiene que sentarse con la familia, junto con el orientador.

Por otra parte, también es importante la cultura del colegio respecto a la discapacidad, esto es la base. La dirección del centro marca esa visión, una orientación y la forma de trabajar con el alumnado con discapacidad y con sus familias.

Desde tu experiencia docente, ¿qué valor le das a la colaboración entre la familia y la escuela en el desarrollo educativo del alumnado con discapacidad?

Tiene el 100% de importancia. El colegio y a familia tienen que trabajar juntos. Cuando vamos en la misma línea el alumno avanza, pero si damos directrices diferentes no hay nada que hacer. Dependiendo de cómo nos posicionemos ambas partes, podemos chocar, por eso debemos llegar a un entendimiento y buscar la forma de hacerlo bien.

En este sentido, la forma en que transmitimos la información es clave. No es lo mismo un mensaje negativo: “Tu niño no hace esto, esto y esto”, que decir: “Esto le cuesta un poco, pero vamos a intentarlo juntos, ¿qué te parece si…?” Decirlo en positivo transforma todo. Depende de cómo traslademos la información, podemos tener a las familias como aliadas o enemigas. Por eso, es mejor transmitir primero lo positivo, y después comentarles aquello que no funciona, pero primero destacar lo bueno.

Para las familias, su hijo es lo mejor y debemos entenderlo.  Nuestro objetivo es transmitir la información de manera adecuada para que se puedan quitar ese velo. De esta forma podremos trabajar en conjunto y avanzar en la misma línea, porque todos queremos lo mejor para el alumnado.

Muchas asociaciones realizan acciones de sensibilización y formativas en colegios ¿qué aporta su perspectiva a la comunidad educativa?

Esto no siempre llega al profesorado y muchas veces no sabemos si debemos derivar a las familias a las asociaciones, ni cómo hacerlo. No tenemos claro qué apoyos ofrecen, cómo funcionan o de qué recursos disponen. Yo, por estar en Atzegi, tengo el contacto y sé qué puedo hacer con ellos y qué no, pero en general, como profesionales, no sabemos a quién podemos enviar a las asociaciones o cómo pueden ayudar a las familias. No sabemos bien cómo gestionar la relación con ellas. Esa es una gran laguna que tenemos.

 

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