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“El hecho de que una persona con grandes necesidades esté en el entorno comunitario hace que automáticamente se la tenga en cuenta”, Belén Martínez Fernández

Hemos entrevistado a Belén Martínez,
directora de Aula Escalena
y formadora de Plena inclusión en diferentes temas.

A continuación, resumimos las ideas más importantes
que Belén dice en esta entrevista:

• Los buenos apoyos son personalizados
y en la comunidad.
Cada persona debe poder decidir quién le da apoyo
y cómo le da apoyo.

• Las personas con discapacidad tienen que estar en la comunidad.
También las que tienen más necesidades de apoyo.
Si están en todos los espacios las tendremos en cuenta
y veremos mejor lo que necesitan.

• Las y los profesionales deben analizar sus actitudes.
Si creen en la capacidad de las personas con discapacidad
les apoyarán mejor.
Es importante que escuchen
y que trabajen en equipo.

• Las asociaciones tienen que cambiar algunas cosas
para que las personas con discapacidad participen más en la comunidad.
Tienen que dar apoyos en la comunidad.

• La administración pública también está dando pasos importantes.
Hace poco el Gobierno de España aprobó una estrategia
para los cuidados de larga duración.
Esta estrategia es para las personas con discapacidad
y otras personas.
Esta Estrategia también habla de dar apoyos
en la comunidad.

• Tiene que haber un modelo de cuidados de larga duración
que respete los derechos humanos,
porque todas las personas vamos a necesitar cuidados
en algún momento de nuestra vida.

 

 

Belén Martínez Fernández, Directora de Aula Escalena y formadora de la Red de Formadores de Plena inclusión en asistencia personal, enfoque centrado en la persona y en la comunidad, y desarrollo comunitario.

La directora de Aula Escalena argumenta, con pleno convencimiento, que las personas con más necesidades de apoyo deben estar presentes en todos los espacios. En su dilatada experiencia ha podido comprobar que su mera “presencia en el entorno comunitario hace que automáticamente se las tenga en cuenta, porque son visibles y se perciben sus necesidades”.

En nuestro movimiento asociativo subrayamos la importancia de dar buenos apoyos a cada persona con discapacidad intelectual o del desarrollo, ¿cómo son los buenos apoyos? 

En el libro “Apoyos 2030: un viaje para avanzar hacia apoyos personalizados y en comunidad’, de Plena inclusión, manejábamos dos conceptos: personalización y enfoque comunitario, y ambos van de la mano. Los buenos apoyos deben dar a la persona el control sobre lo que sucede en su vida. Ésta debe poder decidir quién y cómo le prestan apoyo, también las familias, sobre todo en el caso de personas con grandes necesidades de apoyo.

El reto es entender a la persona en la comunidad y crear redes sociales de apoyo para que pueda vincularse, desarrollar otro tipo de roles y contribuir en la medida que quiera. Si los buenos apoyos se prestan solo en entornos con una cultura más asistencialista, en instituciones, no son buenos apoyos.

El modelo de derechos y el enfoque centrado en la persona, ¿cómo cambia el rol de las personas de apoyo? ¿Qué competencias deben desarrollar las y los profesionales?

Hay que creer profundamente en las personas y, a veces, no es así. Es necesario que las y los profesionales revisemos nuestras creencias y actitudes, porque están determinando nuestros comportamientos de apoyo y la imagen que proyectamos, sobre todo cuando salimos a la comunidad. Además, tenemos que trabajar las competencias de gestión de oportunidades en la comunidad y las de construcción y mantenimiento de redes sociales de apoyo, algo que también viene marcado por las creencias. Si pensamos que no van querer relacionarse con una persona y que son una carga, difícilmente generaremos conexiones.

Por último, destacaría dos competencias, capacidad de escucha y trabajo en equipo, que se presuponen al personal de nuestras organizaciones y no siempre es así. Respecto a la escucha, se entrena para que sea consciente y no juzgue. Y el trabajo en equipo no es tener un grupo de personas a tu alrededor, es originar un propósito, con sentido, emocionante, conectado a las personas y que nos haga actuar de manera eficiente.  Hay una parte muy importante de aprender y emprender en equipo.

Desde las organizaciones de la discapacidad intelectual o del desarrollo apostamos por una vida en comunidad, ¿cómo establecemos esos vasos comunicantes para hacerla más inclusiva?

Necesitamos que las personas estén en entornos comunitarios, si no es difícil que la gente las conozca y tenga experiencias. Esto conlleva retos sobre la financiación de los servicios y su estructuración. Debemos reflexionar sobre esta cuestión, aunque, en ocasiones, más recursos no garantiza mejores apoyos.

Debemos plantearnos que las personas estén presentes en todos los espacios, no solo en los que reciben servicios. Hay que empezar a explorar las asociaciones de vecinos, culturales, de danza… Ver cómo apoyar ahí para que la gente se vincule, generando así experiencias y esa mirada de contribución.

Las entidades deben cambiar el encuadre. En general, en el sector de los cuidados estamos acostumbrados a hablar de nuestro colectivo y de sus necesidades, y pedir a la comunidad los apoyos. De esta forma nos centramos en el problema, en que nos lo resuelvan, y deberíamos tener la capacidad de analizar en qué comunidad nos movemos, saber qué necesita y cómo podemos contribuir desde nuestra experiencia y desde los talentos y habilidades de las personas. Nuestra aportación unas veces es hacer y otras estar presentes. El hecho de que una persona con grandes necesidades esté en el entorno comunitario hace que automáticamente se la tenga en cuenta, porque es visible y se perciben sus necesidades. Queda mucho pendiente en desarrollo comunitario y en identificar oportunidades de contribución diferentes, que también deben incorporarse a la narrativa.

¿Qué buenas prácticas podemos tomar de referencia?

Hay muchas, en Aula Escalena estamos enroladas en el proyecto “Mi Casa”, liderado por Plena inclusión.  Es de lo más pionero en estos momentos, sobre todo por apostar por las personas con más necesidades de apoyo desde un enfoque comunitario. Además, se están desarrollando prototipos de otras organizaciones que trabajan con mayores, sinhogarismo, etc. que nos pueden inspirar.

Esta óptica de derechos y comunitario, ¿qué retos plantea a nuestras organizaciones, a las Administraciones Públicas y a la sociedad?

Nuestro movimiento asociativo debe revisar su rol. Las organizaciones son importantes porque los apoyos lo son, no por sí mismas. Es importante que existan estas estructuras de apoyo, pero hay que cambiar su papel para que vinculen a las personas con los entornos comunitarios y generen buenos apoyos en el entorno, en colaboración con la comunidad.

Las Administraciones también están dando pasos, prueba de ello es la estrategia estatal «Hacia un nuevo modelo de cuidados en la comunidad: un proceso de desinstitucionalización”, aprobada recientemente y en cuya elaboración ha participado el Tercer Sector. En ella se marcan grandes líneas, a nivel estatal, relacionadas con la flexibilización de la financiación de los servicios y los sistemas de financiación individuales, que favorecen el control de las personas. Así mismo, define nuevos modelos de apoyos, con esta perspectiva comunitaria. Luego hay que descender a la práctica, ya que las competencias son de las Comunidades Autónomas, y ver cómo complementar todo.

Esta estrategia plantea un reto que atañe no solo a las personas con discapacidad, si no al propio modelo de cuidados y a la sociedad que queremos ser, a cómo presta cuidados y a cómo queremos recibirlos. Esto no va de los cuidados de las personas con discapacidad, va de corresponsabilidad. La sociedad debe entender que necesita un modelo de cuidados de larga duración que respete los derechos humanos, porque todas vamos a necesitar cuidados en algún momento.

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