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“Cursos de cestería en la escuela, una oportunidad para sensibilizar a la sociedad” de Aspace Gipuzkoa

Aspace Gipuzkoa da cursos de cestería en algunas escuelas.

En estos cursos los niños y niños aprenden cómo se hacen las cestas.

Para Aspace Gipuzkoa estos cursos son muy importantes

porque los niños y niñas conocen a personas con parálisis cerebral.

Los niños y niñas aprenden que todas las personas tienen capacidad

para hacer muchas cosas.

Aprenden que hay que respetar y valorar a todas las personas.

Bajo el epígrafe “Sembramos inclusión”, FEVAS ha recopilado buenas prácticas desarrolladas por sus entidades asociadas con el objetivo de poner en valor el decisivo papel que el movimiento asociativo y las propias personas con discapacidad han tenido en la construcción de una sociedad más inclusiva.  Una de estas experiencias transformadoras es la de Aspace Gipuzkoa.

Imanol Garro, responsable de un Centro de Día de Aspace Gipuzkoa, y Miguel Ángel Gómez, usuario del Servicio de Adultos y representante de sus compañeros y compañeras en la Junta Directiva de la asociación, explican las claves de un proyecto de sensibilización en las escuelas a través de la cestería. Entre mimbres, cestas y canastos, las personas con parálisis cerebral sensibilizan, rompen estereotipos, tejen relaciones y muestran una visión positiva de la discapacidad.

Este proyecto surge de la constatación de una evidencia: el desconocimiento que la ciudadanía tiene de la discapacidad. “Muchas personas tenemos más dificultades para compartir experiencias con el vecindario, y en ello influye el desconocimiento que la sociedad tiene de las personas con parálisis cerebral”, afirma Miguel Ángel. Para influir en esta realidad, Aspace Gipuzkoa vio en la cestería una oportunidad para mostrar al alumnado la valía de las personas con parálisis cerebral y descubrirle que, como todas, tienen limitaciones y capacidades.

Para las personas con parálisis cerebral el trabajo, en este caso, la confección de productos de mimbre, es un ámbito muy importante de su vida “hacer cestos artesanales da sentido a nuestro dia a dia y nos permite relacionarnos con la comunidad”, dice Miguel Ángel. Esta artesanía requiere un conocimiento que la mayoría de la población no tiene, así que aprovecharon este saber para lanzarse a la aventura de enseñar en las aulas, educando así en modelos sociales más inclusivos.

“Los cursos de cestería han tenido tanto éxito que en algunos pueblos han incluido esta actividad en los diseños curriculares”, comenta Imanol, y añade que “tejiendo cestos tejen relaciones, se crea una comunicación muy cercana, rica y natural con el alumnado”. Esta actividad es muy gratificante porque “mejora la autoestima de las personas con parálisis cerebral y aprenden a ser formadoras, con las derivadas que esto tiene: responsabilidad, habilidades sociales y mejora de su imagen, porque se las conoce aportando y no solo recibiendo apoyo”.

Marivi Pérez y Maria Jordana, madres de alumnado que han participado en este proyecto, refuerzan algunas de estas idea. “Antes el desconocimiento de la discapacidad era total, con el curso los niños y niñas aprenden que las personas con parálisis pueden hacer cosas y enseñar mucho. Nuestros hijos e hijas viven esta relación con naturalidad y aprenden a quitar etiquetas. Al principio decían: vienen los de Aspace a enseñarnos los cestos, ahora dicen viene Edu. Ven a la persona”. Aseguran que esa experiencia les ha dado la oportunidad de entender que todas las personas son iguales y diferentes a la vez. “En teoría es algo que ya sabemos, pero ahora lo hemos aprendido en la práctica, porque la teoría hay que aplicarla”.

Esta experiencia ha sido el inicio de otras que Aspace ha impulsado en su entorno con el fin de sensibilizar y extender sus valores en la comunidad, entre ellas, encuentros con niños de infantil, con quienes comparten actividades diarias para que conozcan su realidad desde un punto de vista normalizado; encuentros con adultos; actividades didácticas de cestería en colonias municipales de verano; participación en foros sociales como la Mesa de la Diversidad; clubs de lectura fácil; participación en la escuela de acogida de personas migrantes; comparten reflexión con los jóvenes de bachiller para crear conciencia y compromiso social…

Para Imanol y Miguel Ángel todas estas iniciativas son una oportunidad para avanzar en la educación en valores y conseguir una sociedad más justa y plenamente inclusiva. Son conscientes de la complejidad de esta meta, pero no se rinden, haciendo suya la consigna de la primavera de mayo del 68 “Seamos realistas, pidamos lo imposible”.

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